Disparidad en multas por exceso de velocidad: Observatorio vial

En prácticamente todos los reglamentos de tránsito de las entidades federativas se contemplan sanciones por exceder los límites de velocidad. Sin embargo, el Observatorio Vial ha permitido comparar las multas entre los 31 estados y el DF,  las cuáles van desde 62 días de salario mínimo ($4,171.98) en Nuevo León, hasta 1 día de salario mínimo en Sinaloa ($67.29). Lo anterior demuestra una vez más la falta de un criterio homologado en nuestro país, que penalice con la misma severidad esta falta al reglamento de tránsito.

 

A continuación se muestran los límites de velocidad establecidos por los reglamentos de tránsito de cada estado de la República Mexicana y sus respectivas sanciones, según ha recopilado el Observatorio Vial.

En términos gráficos podría expresarse así en el siguiente mapa:

De acuerdo con el Instituto Mexicano del Transporte en su “Anuario Estadístico de Accidentes en Carreteras Federales 2011”, indica que el 65% de los accidentes atribuibles al conductor son debido a la “Velocidad inmoderada”. Existen conductores que piensan que respectando los límites de velocidad establecidos por la ley, estarán siempre circulando de manera segura, sin embargo, existen muchas circunstancias en las que no superar la velocidad permitida no es suficiente para evitar el accidente.

El problema es que al aumentar la velocidad se potencia el error humano, provocando entre otras cosas que se dificulte evaluar correctamente las situaciones del tránsito, ya que reduce la cantidad y la calidad de la información que se puede recoger del ambiente; se reduce el tiempo para la toma de decisiones, por lo que la elección de la respuesta será más precipitada y probablemente menos correcta; complica la ejecución de determinadas maniobras o la rectificación de los errores; y aumenta el riesgo creado por otros factores tales como las distracciones, el alcohol, la fatiga, la somnolencia, etcétera.

 

Tipos de velocidad

A continuación se aclaran una serie de conceptos sobre la velocidad que en muchas ocasiones suelen malinterpretarse:

  • Velocidad máxima: Es el límite superior de velocidad permitida para la vía por la que circulamos, ya sea por las normas generales de circulación o por la señalización vertical u horizontal.
  • Velocidad mínima: Es el límite inferior de velocidad permitida para la vía por la que circulamos, ya sea basándose en las normas generales de circulación o en la señalización vertical u horizontal.
  • Velocidad inmoderada: Velocidad no adaptada a las condiciones de la vía, del tránsito, del vehículo o del propio conductor. Esta velocidad no permite controlar el vehículo en situaciones problemáticas. Generalmente la velocidad inmoderada suele ser por exceso (velocidad excesiva).
  • Velocidad moderada: Velocidad que permite dominar el vehículo ante cualquier obstáculo o imprevisto. La velocidad moderada no ha de basarse sólo en los límites que marca la señalización, sino que también se habrá de tener en cuenta las condiciones de la vía, del vehículo y el propio estado del conductor.

 

Motivaciones

El problema de la velocidad es un tema tan importante como complejo. Se sabe que la pasión por la velocidad genera en muchos conductores sentimientos contradictorios, ya que ésta es percibida como factor de riesgo y a la vez se considera a la velocidad en general, como un valor social, fuertemente publicitado a través de comerciales de televisión, videojuegos y películas.

La influencia de factores psíquicos como la prisa, emocionalidad excesiva, falta de atención, competitividad, agresividad, exhibicionismo, sobrestimación de la propia habilidad como conductor etcétera; estados psicofísicos transitorios como la fatiga, alcohol, drogas, problemas del sueño; o factores psicosociales como la búsqueda intencionada del riesgo y de las emociones intensas; falta de respeto a las normas de circulación, etcétera; explican en muchos casos el problema.

En gran medida, la inexperiencia o la sub­valoración de los riesgos se relacionan con perso­nas jóvenes, quienes buscan sobresalir en los pri­meros años de conducción frente a personas de la misma edad o el grupo de amigos, la fuerte tendencia que existe a buscar intencionadamente el riesgo, la activación y las emociones intensas, encuentra en la velocidad la forma más sencilla y adecuada, para lograr canalizar ese peligroso tipo de motivaciones.

Sin embargo, de acuerdo con los datos estadísticos oficiales, la velocidad inmoderada o excesiva se manifiesta como un claro factor de riesgo, ya que potencia todos los fallos humanos en la conducción.

Factores asociados a la velocidad inmoderada y su relación con los accidentes de tránsito

Como se ha explicado antes, la velocidad inmoderada se define como la falta de atención a las condiciones del entorno, de la vía, del vehículo o del propio conductor mientras se conduce. La combinación de uno o más de estos factores con la velocidad inmoderada, desencadenará irremediablemente un accidente de tránsito tarde o temprano.

El entorno. Uno de los factores más importantes a considerar durante la conducción, es el entorno, ya que no es lo mismo conducir de noche que de día, con lluvia o en ambiente seco, con poca iluminación o con la adecuada iluminación. Si a cualquiera de estas situaciones se le agrega la velocidad inmoderada, se incrementan las probabilidades de sufrir algún accidente de tránsito y sus consecuencias.

  • Manejo nocturno.- Las posibilidades de que ocurra un accidente grave por velocidad aumenta por varias ra­zones durante la noche. La primera es que las vías de tránsito se encuentran más despejadas y ello incita a la velo­cidad. La segunda es que la noche resulta propi­cia para tomar alcohol y/o consumir drogas, con el consecuente desprecio por el peligro y, por ende, el aumento de la velocidad a la hora de subirse a un automóvil. Aunado a esto, al aumentar la velocidad y al haber poca luz, disminuye la visibilidad y en zonas obscuras donde momentáneamente no se ve, puede ocultarse un vehículo detenido sin señaliza­ción, un animal suelto o, en el caso de las zonas rurales, un implemento agrícola parado o con mo­vimiento lento.
  • Superficie mojada.- Cualquier superficie de circulación se vuelve muy peligrosa si está mojada. La falta de adherencia está en proporción directa con el piso, el estado de las llantas y los frenos, y la velocidad. Debido a la falta de tracción efectiva en la superfi­cie de contacto entre la vía de circulación y las llan­tas, éstas literalmente resbalan. Lo más relevante en este proceso de derrape es la pérdida de dirección de la unidad. El conductor pierde parcial o totalmente el control de la unidad y ésta queda sujeta al efecto de su inercia. El derrape se desarrolla normalmente en manio­bras de giros donde no puede equilibrarse la fuer­za trasmitida a las llantas para el viraje. Entonces, el vehículo avanza bajo la acción incontrolada de la fuerza centrífuga y hace un trompo. Por lo general, el conductor pisará con fuerza el pedal del freno, con lo cual se bloquearán las llan­tas y el automóvil quedará a la deriva hasta que colisione contra algo o alguien dentro o fuera de la vía de circulación.

 

La vialidad. El mal estado de las vialidades, los baches, los desniveles en la superficie, etcétera, constituyen condiciones adversas para la conducción y pueden ser factores de riesgo que deriven en la pérdida de dominio de un vehículo. Por otro lado, la configuración de las vías, como por ejemplo las pendientes, peraltes y curvas, siempre presentan riesgos adicionales, por lo que se debe adecuar la conduc­ción.

  • Curvas.- En una curva, la interacción entre el vehículo y la carretera debe encontrarse en equilibrio a tra­vés del ajuste de la velocidad. Esto es indepen­diente de la velocidad máxima establecida por la reglamentación del lugar. El fenómeno de la desestabilización de un vehículo en un tramo curvilíneo es compatible con el accio­nar de las fuerzas externas (fuerza centrífuga), las cuales se oponen al avance curvilíneo del vehículo, al que se pretende otorgar una dirección tangente a la curva (el vehículo tiende a despistarse). Esto es porque a la fuerza de rozamiento originada por el trabajo de fricción de la llanta y la superficie de la vía se le opone la fuerza centrífuga. Para que un vehículo supere eficazmente un sec­tor curvo, el valor de la fuerza de rozamiento debe encontrarse en equilibrio proporcional al de la fuer­za centrífuga. Los vehículos con un centro de gravedad alto, como las pick up o vehículos pesados (que no cuenten con sistema electrónico de estabilidad) tienden a vencer su vertical en situaciones de conducción violenta. Los vuelcos de vehículos en siniestros simples, donde sólo interviene una uni­dad, se encuentran directamente relacionados con parámetros físicos, algunos de los cuales son con­trolados por el conductor. Entre ellos, la velocidad es el principal factor a considerar, dado que la ra­pidez con la que se desplazan los vehículos debe ajustarse a las condiciones climáticas y al trazado de las carreteras. Cuando la fuerza de fricción de las llantas supera a la fuerza centrífuga, las llantas actúan como anclas, el centro de gravedad empuja el vehículo hacia afuera, y éste gira en volcadura. Si la fricción de las llantas es vencida por la fuerza centrífuga, el vehículo simplemente derrapa.

 

El vehículo. En lo que respecta a los vehículos, estos están diseñados para ser conducidos a velocidades  moderadas y no presentar inconvenientes, sin embargo, si son sometidos a situaciones fuera de los parámetros recomendados por los fabricantes, se incrementará el riesgo de verse envuelto en un accidente de tránsito.

  • Diseño.- Los elementos del diseño que pueden verse superados en un accidente con velocidad inmoderada son: los neumáticos, la aerodinámica, el centro de gravedad, la suspensión y el torque de tren motriz, principalmente.
  • Mantenimiento.- Si no se realiza el mantenimiento necesario a los vehículos, de acuerdo a lo estipulado por el fabricante, aumentan las posibilidades de presentar problemas con los neumáticos, los frenos, sistema de iluminación, fallas en el sistema de enganche y carga mal sujeta, entre otros, durante la conducción, y si a esto le agregamos la velocidad inmoderada, los factores del entorno y la vialidad, la probabilidad de sufrir un accidente de tránsito se incrementa.
  • Elementos de seguridad.- Otro punto a tomarse en cuenta son los elementos de seguridad activa y pasiva del vehículo, los cuales reducen la severidad de los accidentes de tránsito. Las mayores diferencias que podemos encontrar hoy en día entre los vehículos que circulan en nuestro país son los cinturones de seguridad, las cabeceras, las bolsas de aire, el sistema de frenos antibloqueo (ABS) y el sistema electrónico de estabilidad (ESP), entre otros. Este tipo de elementos, resultan de vital importancia en accidentes de tránsito debidos a la conducción a velocidad inmoderada.

El Conductor. La inexperiencia y la falta de conocimientos para conducir, el estado físico (agudeza visual, fatiga, somnolencia, enfermedad, etc.), el estado emocional (miedo, emoción, tristeza, ira, etc.) y agravantes como la ingesta de alcohol, el consumo de drogas y los distractores del conductor, combinados con la conducción a velocidad inmoderada, representa un enorme peligro, simple­mente por el hecho de que, en la gran mayoría de los casos, los conductores no podrán controlar su vehículo ante una emergencia.

Efectos negativos

Los principales efectos negativos de conducir a velocidad inmoderada son el incremento del tiempo de reacción, el aumento de la distancia de frenado, el efecto túnel y la fatiga. A continuación se describen los más importantes.

Efecto túnel.  A medida que aumenta la velocidad, disminuye la amplitud del campo visual y dificulta la identificación de las señales y otros estímulos de la vía. El conductor pierde nitidez en la visión periférica y, con ello, la posibilidad de hacer una evaluación correcta de las distancias y velocidades. Al aumentar la velocidad disminuye el campo visual hasta convertirse en un ángulo de apenas 30 grados, produciéndose el efecto túnel.

 

Distancia de detención. Otro efecto de la velocidad sobre la conducción es el aumento de la distancia de detención. Cuanto mayor sea la velocidad a la que circulamos mayor será esta distancia de detención y más posibilidades tenderemos de no poder resolver satisfactoriamente una situación de peligro. La distancia recorrida por el vehículo durante el tiempo que transcurre desde que el cerebro percibe un peligro y el pie comienza a pisar el freno, se denomina distancia de reacción y depende de la rapidez de los reflejos de cada conductor y sobre todo de la velocidad a la que se circula. Pero no sólo hay que reaccionar rápido para empezar a frenar, hay que detener el automóvil en un espacio que se denomina distancia de frenado, el cual depende de factores como la velocidad, la inclinación de la calzada, condiciones de adherencia del suelo, estado de los frenos y neumáticos y, por último, la pericia del propio conductor para aplicar la presión adecuada sobre el pedal de freno. La suma de ambas distancias se denomina distancia de detención, la que recorre el vehículo desde que vemos el peligro hasta que conseguimos detenerlo.

 

Efectos psicofisiológicos. Conducir durante mucho tiempo a una velocidad elevada, aumenta el nivel de activación, con los concomitantes cambios psicofisiológicos, los cuales van desde el incremento de la pulsaciones, hasta cambios en la temperatura del organismo y en la conductividad eléctrica de la piel, alteraciones en la secreción de algunas hormonas, cambios en el nivel de coagulación de la sangre, etcétera, que redundan en una potenciación de la fatiga, un incremento de probabilidades de distracción y la aparición de respuestas emocionales de estrés y agresividad en algunas personas, con todos sus efectos derivados.

Lesiones

Investigaciones realizadas en diversos países de­muestran que al aumentar la velocidad, se incre­menta proporcionalmente la accidentalidad y las lesiones; un aumento de un kilómetro por hora en la velocidad promedio de una vía aumenta en un 5% la posibilidad de lesiones y en un 7% la posibi­lidad de accidentes fatales. (CONAPRA)

 

 

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